Rafael Martínez parecía una gallina clueca, corría pa’ aquí y pa’ allá, pero jamás se metió a la candela, nunca tiró una trompada.

La nota titulada “Vandalizar a la U, un verdadero tiro en el pie”, que narró parte de los hechos ocurridos el 6 de julio de 1997 en la Universidad del Magdalena, hecho que partió en dos la historia de la institución de educación superior, tuvo un eco impresionante y provocó que actores presenciales de los hechos, reclaman de manera humilde se reconstruyeran otros hechos que hoy están más presente que nunca en nuestra realidad social.

No es la búsqueda de honores porque fue un acto al final bochornoso, es el deseo de decirle a las nuevas generaciones que hoy encuentran todo hecho en la U, todo bello gracias a Dios, que hubo momentos muy difíciles y que un puñado de muchachos lucharon para alcanzar el presente que hoy tiene Unimagdalena, asegura mi interlocutor. Al tiempo que lamenta que una joven universitaria haya vandalizado las paredes de la U.

Alfredo Correa exrector Unimagdalena (q.e.p.d)

Se recuerda que la situación era tensa, el sindicato de trabajadores había citado a una reunión de carácter tripartita, otra vez se convocaba a docentes sindicalizados, los estudiantes y ellos los trabajadores del sindicato, en medio de una asamblea permanente de paro.

Fue Pablo Vera Salazar quien tomó la palabra y dijo que cómo así que otra vez los estudiantes íbamos a poner el pecho, que qué se había ganado con salir a bloquear la Troncal y tirarle piedras al carro de Coca Cola, que dejáramos de ser presa de cañón para los sindicalistas.     

Fui testigo presencial de como sacaron a patadas al rector Alfredo Correa de Andreis, Acisclo, Chitologo y la Cobra, entraron a su oficina y lo ultrajaron, afuera junto a Jhon Pérez, nos preguntamos que pasaba en rectoría, yo esperaba dar clases de Química con la profesora Sara Newal y al escuchar el escándalo me quedé ahí esperando el final.

Cruce la plazoleta y esperé  diagonal a la puerta, llegaron tres niñas más cuando vimos al profesor Correa, salió llorando y cuando se encontró con nosotros exclamó ¡En esta Universidad lo que hay es una jauría de bestias! Y siguió caminando, era un hombre alto de zancadas largas barbudo y pelucón. Más nunca regresó a la U.

Alfredo Correa de Andreis fue un ingeniero agrónomo y sociólogo cienaguero, contaba con una maestría en Educación con énfasis en desarrollo social de la Universidad de París, fue asesinado en el 17 de septiembre de 2004 por paramilitares en complicidad con el director del DAS de ese entonces el samario Jorge Noguera.

Tras la renuncia de Correa De Andreis a la rectoría el gobernador Jorge Caballero nombraría en su reemplazo al hoy mandatario departamental Carlos Eduardo Caicedo Omar.

Carlos Caicedo asume la rectoría

De regreso al 6 de julio de 1997, al frente de la rectoría había un arrume de sillas, de esas de patas de hierro como les conté, un gran número de señoras que se sumaban a la protesta, por ejemplo señora Lupe, a un lado los profesores sindicalizados con esos   maletines que infunden desde respeto hasta temor y los trabajadores sindicalizados, nosotros estábamos en la cafetería, allí se cocinaba nuestro futuro.

Había una característica especial de esos manes del sindicato, eran fornidos, atléticos, hombres fuertes, nosotros unos pelaos entre 15 y 20 años, algunos escuálidos y por naturaleza temerosos de un enfrentamiento físico.

Repetimos una y otra vez en la improvisada reunión ahí en la cafetería que ya estaba bueno de protestas inoficiosas, que no veíamos resultados para lo que queríamos, estudiar y cursar una carrera, que no nos servía la pelea sindical que nuestro objetivo era otro.

Fue cuando dijimos “Bueno entramos o perdemos”, ese fue el grito de batalla, junto a tres compañeros más que no recuerdo sus nombres avanzamos hacia la rectoría, las mujeres salieron corriendo de una, los profesores se hicieron a un lado y los fuertes trabajadores sindicalistas se pusieron al frente, eran como 20 y se fue armando la guerra.

Ahí hubo puño patá, trompa, sillas que volaban iban y venían y hasta uno de los trabajadores de la granja sacó un cuchillo e hirió a un compañero al cual luego llevamos al hospital, William Retamozo Marlon Molina y otros tres compañeros dimos ese frente de batalla en el primer tramo.  

Es mentira que el exalcalde Rafael Martínez tirara trompa, rafa estuvo en la protesta y gritaba, pero hasta ahí ese 6 de julio de 1997 rafa corría de aquí pa allá y de allá pa acá como una gallina clueca, él siempre ha sido un man temeroso.

Rafael Martínez junto al gobernador Carlos Caicedo

Los demás estudiantes al ver la capacidad y el valor con que enfrentamos a los trabajadores se fueron sumando y llegamos a tener el control la gran mayoría salió corriendo y el líder sindical Robert Ferrel se metió a la sala de profesores junto a un profesor de apellido Payares, uno de los estudiantes tira una silla contra el piso y en tono amenazante les grita… se van de aquí.

 Robert Ferrel, exclamó ¡muchachos no me vayan a maltratar, ya me voy! Cogió su maletín y un libro que se echó al pecho y comenzó a caminar, los muchachos afuera comenzaron a hacerle un camino real como de un metro de ancho. Se le gritaba de todo, a medida que avanzaba eran más los insultos, él sonreía de manera nerviosa y a veces se agachaba cuando alguno de los muchachos amenazaba con pegarle, pero nadie le hizo daño al dirigente sindical.

Esa acción jamás fue perdonada por los profesores radicales, que por semestres siempre nos identificaban y trataron siempre, sin desistir, hacernos perder las materias, habíamos acabado con un poder absoluto y ese poder terminó entonces en manos de Carlos Caicedo.

Hoy todos los que estuvimos ahí, reconocemos que ese acto violento no estuvo bien, que es bochornoso recordar ese episodio contra el dirigente sindical, pero también es bueno decir, que fue el movimiento estudiantil el que le abre las puertas al nuevo rector Carlos Caicedo para que iniciara su obra, sin nosotros Caicedo también se hubiese ido como Correa, lleno de golpes y moretones.

Con el paso de los días el trabajador de la U entendieron que se hacía necesario el consenso para avanzar y hoy muchos de ellos y nosotros, los que verdaderamente amamos a la U como a nuestra madre. Seguimos protegiéndola y defendiéndola.

Fue el movimiento estudiantil el que con los días decidió solicitar espacios para que se tuvieran muros en donde la gente pintara y se expresara, y si los muros no alcanzaban se buscaban telones, la Universidad creció construyéndose en armonía y en medio de la diferencia.

*Efraín Olivo Ingeniero Civil Unimagdalena