*En un recorrido por lo que antes fue la sala, el comedor, el cuarto de estar, la cocina y el patio, se descubre el mundo del acordeón, ese que por décadas nos ha hecho cantar, bailar, reír y llorar y que José Alberto Murgas Peñaloza, convirtió en un museo, un extraordinario museo.
El día que conocí al maestro `Beto’ Murgas, como se le conoce en el mundo del folclor, él había llegado de prisa al Club Campestre de Valledupar, el Festival Vallenato estaba en su plenitud y le correspondía subir a tarima, era el turno de interpretar sus canciones, en un evento de solo cantautores, nos tomamos una foto y le dije que quería entrevistarlo, me dio su número de teléfono y me dijo, “Edgar debes ir a mi casa para que conozcas el Museo”.
Un poco afectado de su voz ante el ajetreo de otras presentaciones en el Festival, el maestro junto a dos de sus hijos puso a bailar a los presentes cantando “La negra, dice que ya no me quiere, pero, yo sí quiero a mi negrita La negra, dice que ya no me quiere, pero, yo sí quiero a mi negrita» y otras de su gran cancionero.
Dos meses después la entrevista prometida se hizo realidad y estábamos en Edgar Salas y La entrevista, hablamos del folclor, del vallenato, de las letras y sus canciones de las anécdotas y su raizal defensa del folclor, allí me volvió a decir “Edgar debes venir a conocer el museo”.

Y ese día llegó, junto a Carlos Sánchez, bogotano él, su esposa Gladys Escobar oriunda de El Líbano Tolima, sus hijos Natalia y Nicolás, mi amada Claudia Patricia Mejía y mis hijos Mariana y Juan Sebastián junto a nuestros anfitriones en el Valle Henry Palomo y Luis Alfonso, llegamos al barrio San Joaquín y allí en la residencia de la carrera 17 #9ª.18 detrás de la reja nos esperaba Rosa Durán Porto, ‘Ocha’ la mamá de Alberto José y Milena, el amor del maestro y nos da una cálida bienvenida.
Luego el maestro sale a la puerta y con una sonrisa nos recibe, “Edgar por fin vino usted a la casa del acordeón”, dijo con orgullo, antes había insistido a través del WhatsApp que la cita era a las 10 en punto, ni un minuto menos, ni uno más, al ingresar a la primera sala, todo se transforma. El ser, el sentimiento, el corazón es atrapado por una sensación superior, fotografías y acordeones de la historia del vallenato penetran en uno de una vez y para siempre.
El maestro Beto es elocuente, sabio, con una conversación sencilla, pero profunda, empieza a hablar de cómo nació lo que sin duda es el primer museo de la música vallenata construida en una casa del barrio San Joaquín de Valledupar, el visitante, desde el adulto hasta el adolescente es atraído mágicamente, toda la atención se posa en el compositor de Nativo del Valle, aquí en el papel del historiador.

Valle a ti, cantaré,
Yo soy tu pregonero
El que canta bonito,
Los versos del pilón
Te diré, que yo soy
El de sangre mezclada
El que narra su historia
Con caja y acordeón
Yo soy chimila
Soy bullerengue
Soy andaluz
Pero nativo
Soy merenguero
Yo soy sonero
Pero nativo

El maestro Beto Murgas, con un señalador alumbra el acordeón que dio pie a su obra, y dice, “ese acordeón que está ahí un día la vio Emiliano Zuleta, el ‘viejo Mile’ y me dijo, oye Beto con ese acordeón hice la Gota Fría, esa expresión para mi fue definitiva, estaba yo frente al instrumento que dio vida a una de las piezas universales del vallenato”.
José Alberto Murgas Peñaloza, nació el 8 de septiembre de 1948 a las 7 de la mañana en Villanueva Guajira, la tierra del viejo Mile y sus hijos Emiliano y Tomas Alfonso ‘Poncho’ Zuleta. En el año de 1969 Alfredo Gutiérrez le graba la obra ‘Cariñito mío’ posteriormente muchos conjuntos Vallenatos le han incluido títulos en sus trabajos discográficos que representan alrededor de 90 obras.
Otro de los hechos definitivos para que hoy Valledupar tenga en una casa el museo de la historia vallenata más documentado en la tarea investigativa del maestro Murgas es el día que conoció un Sheng el Instrumento de viento chino, perteneciente a la familia de los instrumentos de lengüeta libre, órgano de boca que consiste principalmente en tubos verticales. Es uno de los instrumentos chinos más antiguos conocidos, hay imágenes de él datan del año 1100 AC y a Valledupar llegó uno, para fortuna de la historia fue a parar a sus manos.

El recorrido se hace en una hora y unos minutos más si hay preguntas, e interacciones entre el guía y sus visitantes, hay fotos y toda clase de acordeones, que Beto Murgas de manera gallarda ha ido juntando, por lo tanto, hay las reconocidas alemanas de la Hohner, pasando por rusas, belgas, yugoslavas y hasta ucranianas, “todos creíamos que donde más se construyen acordeones es en Alemania, pero no, es en Italia donde hay más fabricas”, dice en su recorrido.
El maestro cuenta anécdotas y va al pasado y regresa al presente del folclor, habla con sapiencia de Chico Bolaño, el histórico juglar, hace honores, a Alfonso López Michelsen, Consuelo Araujo y por supuesto a Gabriel García Márquez, “este stand reúne una preciosa colección de la obra Cien Años de Soledad, como verán aparece su traducción en más de 20 idiomas”.
‘Beto’ Murgas, no deja ‘puntada sin dedal’ en su recorrido y rememora la más hermosa expresión de amistad en el vallenato cuando Rafael Escalona lamenta la muerte de Jaime Molina.

Cuando estaba borracho ponía esta condición
Que, si yo moría primero me hacía un retrato
O, si él se moría primero le sacaba un son
Ahora prefiero esta condición
Que él me hiciera el retrato y no sacarle el son
Beto Murgas, tiene fotos, pinturas, cuadros, grabadoras, acetatos, CD, asientos, butacas, hamacas, tambores, cajas y mil detalles más que enmarcan la razón de ser del vallenato, y en ese recorrido, siembra en el visitante la esencia de lo que se debe preservar, “siempre me ha gustado su música vallenata, hoy cuando se mas de ella, ahora siento quererla y ese es un sentimiento distinto, amarla y defenderla”, expresa Carlos Sánchez, el bogotano del que les hable en un principio.
El tiempo de visita está por concluir, el maestro ha tocado varios instrumentos empezando por el Sheng, la violina y por supuesto el acordeón, un nuevo grupo de visitantes espera empezar su recorrido, el maestro cierra su apasionante recorrido con una foto en familia, el recuerdo de que allí ha pasado algo importante. Claudia Patricia Mejía lo sintetiza en una sola frase: “El maestro Beto Murgas es un verdadero guardián del vallenato, del folclor, de lo nuestro, larga vida al protector”.
En un mundo de versos
Canté el amor amor
Tengo mi profesión
Conocí y aprendí
Al viejo Moralito
A Rafael Escalona
Amar su tradición
Son los que saben
Cuánto ha pasado
De los que hoy
Canta Colombia
Yo desde niño, sigo sus pasos
Por eso llevo, en mi un trovero
Y canto pajaritos, y canto bullerengue
Alaba las cumbiambas
Y bonitos merengues
Que noches de luna
Eran las de amores
Que alegran el alma
Tocando las palmas
Con ese palmoteo
Reviven mis valores
Reviven mis valores
Con ese palmoteo
Por qué razón
Dicen que mi merengue
Viene de las Antillas
Y no de Patillal
Por qué razón
Dicen que nuestro son
Dizque viene de Cuba
Y no del Paso Cesar
Soy nativo del Valle
Del Valle del Cacique

Excelente Edgar Salas y la Entrevista, siempre con grandes personajes y en esta ocasión con el maestro Beto Murgas…una leyenda y toda una vida reunida en su Museo del Acordeón…maravilloso…