Han pasado tantos días que, en medio de esta crisis y ola de muerte desatada por la pandemia del coronavirus, muchas son las historias que llegan, se saben, se dicen y leen, pero al rato son superadas por otra mejor o peor de acuerdo a las circunstancias.
El pasado 6 de enero del presente año la oficina de comunicaciones de la diócesis de Santa Marta, comunicó que el obispo emérito de esa jurisdicción eclesiástica, monseñor Ugo Puccini Banfi, tuvo que ser internado en la Clínica Medihelp de Cartagena por presentar síntomas de Covid-19.
La noticia disparó nuevamente las alarmas teniendo en cuenta que desde el 22 de diciembre del 2020 la iglesia católica estaba en pie de oración por la salud de monseñor Luis Adriano Piedrahita Sandoval, obispo de Santa Marta y el sacerdote Luis Alfonso Valencia, párroco de Taganga, todos infectados por la pandemia del coronavirus.
Monseñor Ugo Puccini, que después de entregar toda su vida a la evangelización y en el año de 2014 un 5 de agosto se retiró a un merecido descanso de la tarea administrativa porque su pastoreo lo consigna hasta su último día, era el tercer miembro de la iglesia infectado por la pandemia y dada su edad nació el 21 de octubre de 1935 hizo pensar lo peor.
“Esos viejos, son santos y robles, saldrán de esta”, fue la sentencia de uno de los sacerdotes costeños en oración permanente, Ugo Eugenio Puccini Banfi nació en Barranquilla, en el hogar de un inmigrante italiano, Vicente Puccini y madre colombiana, Josefina Banfi. Es el séptimo de ocho hermanos.
Puccini Banfi como estructurado académicamente es pastor internamente, convino su aprendizaje de la mano del servicio, entre los años 1955 al 1959 realiza sus estudios de Pregrado en la universidad Pontificia Bolivariana de Medellín graduándose de Ingeniero Químico, en esa época vive en Residencia «Urabá», una Residencia para universitarios dirigida por el Opus Dei.
Hacia el año 1960 viaja a roma para hacer una especialización en Organización Empresarial en la Universito degli Studi Sociali. Trabaja unos meses en la Facoltà di Chimica Applicata de Roma y posteriormente en la empresa Compagnia Tecnica Industrie Petroli
Su paso por Europa lo iba enriqueciendo en cuerpo y alma, en 1964 continúa sus estudios, iniciados en el Seminario Internacional de la Prelatura del Opus Dei, en la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Lateranense de Roma obteniendo la licenciatura en Sagrada Teología.
En el año 1967 es designado en la ciudad de Madrid España, tras su ordenación diaconal y luego presbiterado, el 27 de agosto de 1968 es ordenado Presbítero, en la Iglesia de San Miguel en Segovia España de manos del Excelentísimo Señor Obispo Daniel Llorente y Federico, prelado ordinario de Segovia, incardinándose al clero de la prelatura personal de la Santa Cruz y Opus Dei. Celebra su primera Santa Misa rezada, en «Molinoviejo» Centro de Retiros del Opus Dei en Segovia.
En el año 1968 – 1969, ejerció su ministerio Sacerdotal en varios centros del Opus Dei, en España e Italia. Participó en diversos retiros espirituales, dirigió grupos de investigación y encuentros culturales, tanto para sacerdotes como para laicos.
Entre los años 1969 a 1977 fue nombrado Vicario del Opus Dei para Colombia y es allí donde inicia su proceso de contacto directo con su pueblo a ese que tanto ama y lidia.
El 9 de diciembre de 1977 fue llamado al orden de los Obispos por el Papa Pablo VI, preconizado para que desempeñara ese ministerio como obispo Titular de Sala Consilina Y Auxiliar de Monseñor Germán Villa Gaviria, arzobispo de entonces de Barranquilla.
El 18 de febrero de 1978 recibe su consagración Episcopal en la Catedral Metropolitana de Barranquilla, siendo el Consagrante principal el Señor arzobispo Germán Villa Gaviria, † CIM y como Co-consagrantes principales: Mario Cardenal Revollo Bravo, y El Sr. arzobispo Carlos José Ruiseco.
El 5 de diciembre de 1987 es nombrado por el Papa Juan Pablo II como Obispo de la Diócesis de Santa Marta, de la cual tomó posesión el 22 de enero de 1988, ministerio que ejerció hasta el año 2014.
El Santa Marta, es recordado por decidido concurso para mandar mensajes de la dirigencia política y gobernante de hacer un trabajo serio y honesto, “Los llamo a convertir el espíritu, los pueblos se gobiernan con amor, si hay hambre no podrá haber paz y si hay paz, habrá una mejor calidad de vida”, aseguraba en sus tiempos de obispo.
La noticia de su contagio por coronavirus fue un gran golpe en el mundo católico, luego vendrían peores noticias, murió monseñor Luis Adriano, su noble reemplazo en el obispado de Santa Marta y días después el padre Luis Alfonso Valencia. Todo esto pasaba mientras que el obispo emérito daba la lucha en una UCI Intubado contra la asesina pandemia.
La oración iba en aumento, los sacerdotes de Santa Marta y el Magdalena enviaban fotos de su obispo eterno y al lado una oración, no se podía dar el brazo a torcer.
Los días pasaron y pasaron en total 115, es decir 3 meses, casi 4 por unos cuantos días, el padre, el obispo, el amigo, el pastor, dio la pelea y ganó, hace 24 horas salió de todo proceso médico y regresó a casa.
“El obispo Emérito Ugo Puccini Banfi, se encuentra en Baluarte, Centro del Opus Dei en Cartagena, que es su casa. Lo acompaña Marino Zuluaga, director del Centro. Bendiciones Monseñor Ugo”. Se lee en un mensaje de WhatsApp enviado por un sacerdote amigo.
Así es, si señores y señoras, el obispo Ugo después de una lucha sin cuartel que duro 115 días le ganó la batalla al Covid-19… simplemente porque él es el guerrero de Dios en la tierra.