*Un padre a quien se le muere un hijo lo recuerda todos los días, en cualquier instante, un color, un objeto, una calle, un lugar, ese momento es totalmente íntimo y no le interesa a más nadie, solo lo sentimos y vivimos y ya…
Desde el año 2015 no regresaba a una sala de hospital, ha pasado el tiempo, pero todos los detalles están en la mente y una daga vuelve atravesar el corazón, sé que tendré que limpiar otra vez los lentes de las gafas al tocar las teclas del computador, pero creo que vale la pena contar la historia, al final este es mi mejor mecanismo para hacer honor a la hija amada, a mi primer gran amor, mi hija Marcela Alejandra Salas Tamayo.
Mi madre Juan Isabel Ballesteros González, que ya tiene 94 años se cayó allá en la casa del pueblo y se fracturó la cadera, un hecho doloroso y un reto para ella, varias voces se pusieron de mi lado y logré que la trasladaran a la Clínica Bahía y allí permaneció previo a la cirugía, hecha la operación y dos días de recuperación, 8 días en total, los mismos días que mi Marce duró en UCI, luchando por quedarse entre nosotros.
Mi hija y hay que volver a decirlo, había sido intervenida para ayudar a su metabolismo que la afectaba cada día más, es decir una cirugía BARIÁTRICA, no ESTETICA, como vulgarmente tituló el periódico El Heraldo, (a mi hija en el posoperatorio le dio apendicitis y los médicos no lo detectaron a tiempo y pasó a ser peritonitis con un desenlace fatal). Entonces, con motivo del traslado a la clínica de mi mamá, todos los días, llegara de mañana, fuera de tarde o pasara la noche con ella, volvía a revivir cada paso, cada momento de aquel mes de abril de 2015, un dolor intenso oprimía mi pecho y solo llorando en el baño porque en ese cuarto había dos enfermas más, se desahogaba el alma y sostenía la vida, esa que estoy seguro quería vivir mi bella y dulce hija.

Conocí a Luis Alonso Colmenares en un diálogo para Edgar Salas y La Entrevista, ese día antes de empezar al aire, le conté que también se me había muerto una hija, que entendía su dolor, me dijo que solo la fuerza del Espíritu Santo nos ayuda a soportar la ausencia y que el mes de octubre para él como el mes de abril para mí, cuando uno mentalmente regresamos todos los días al cementerio, todos los días sin excepción, es muy duro.
El caso de mi hija Marcela Alejandra, duró ocho días en la prensa, Víctor Polo Rodríguez, un periodista con un gran verbo pedía al aire cadenas de oración por la vida de Marce, y la familia, amigos, compañeros y colegas, estaban atentos a un informe que por audio enviaba yo diariamente. Sepultada Marce, el dolor y la tristeza se redujo a ese grupo que la amamos y la amaremos para siempre y todo retornó a la intimidad, el caso de Luis Andrés, es mucho más dramáticos, para sus padres y casi todos los colombianos fue un asesinato el 31 de octubre del 2010, y desde entonces, las fuerzas de don Luis Alonso, un destacado economista, especialista en temas de su área, pero afines al Derecho, tanto que fácilmente uno se convence que él es un abogado… y de los buenos.

A no dudarlo El ‘Caso Colmenares’ fue una de las tragedias más mediáticas que ha tenido el país en la última década y desde el mismo momento que su padre intuyó que su primogénito, jamás se habría suicidado, que poco cabría la historia de un accidente para que muriera y que creía fielmente que había sido asesinado, empezó una lucha que aún no termina para identificar a los culpables de su muerte y que paguen ante la justicia.
“Cuando llega octubre, es lo más dramático para mi vida, porque desde el primer día, debo comenzar a contar, cada segundo, minuto, hora, cada día; es un martirio, la ausencia de Luis Andrés es infinita, su mamá, su hermano y yo, la vivimos con estoicismo, sólo usted Edgar y aquel haya tenido la pérdida de un hijo sabe qué es esto”. Dice con esa voz sonora, que genera confianza, que transmite honestidad de este hombre de Villanueva Guajira.
‘El crimen de mi hijo’, como acostumbra a llamarlo don Luis Alonso, completó 12 años y hoy hay más preguntas que respuestas, y Colombia cada 31 de octubre vuelve a mencionar los nombres de Carlos Cárdenas, Jessi Quintero y Laura Moreno, los acusados que terminaron absueltos por falta de pruebas. Sin embargo, la familia Colmenares aún busca la verdad, ¡No me daré por vencido hasta obtener justicia!

En nuestro diálogo, el profesor Colmenares, me contó que el fin de semana vendría a Santa Marta a dictar clases en una universidad privada y que había decidido acceder a las redes sociales para hablar de muchos temas, por ejemplo, el vallenato en donde tiene muchos amigos como Peter Manjarres, de quien dijo a menudo dice: “Yo me siento un tanto culpable, yo pase esa noche del 31 de octubre por la carrera 15 con calle 85 y ahí en el caño del Virrey estaba Luis Andrés y yo no supe”.
A don Luis Alonso Colmenares se le enjugan los ojos de lágrimas cuando habla de Luis Andrés, “Yo no puedo olvidar el último abrazo, nunca en mi vida. Lo cargo conmigo, él era mi primer hijo, nos entendíamos muy bien, nos conocíamos, éramos amigos”.
Ayer fue 31 de octubre, el fatídico día de la muerte de Luis Andrés, la familia Colmenares será nuevamente seguida por los medios, él, su adorable esposa y su hijo menor, irán a la iglesia, nuevamente hablarán con Dios desde su intimidad.
Solo le puedo decir que Enith María Tamayo, la madre de Marcelita y yo, comprendemos lo que siente, porque perder un hijo no tiene nombre.
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