Por: Edgar Salas Ballesteros

@edgarjsalas

El Retén ha sido un pueblo privilegiado en su población, así como los ingleses, irlandeses, e italianos poblaron a los Estados Unidos, nuestro pequeño municipio recibió hace unos 80 años migrantes, españoles, libaneses, alemanes y cubanos entre otros, con visión de progreso, empuje y ganas de trabajar.

De varias historias que hemos contado, sin duda que la familia Martinez-Fernandez, tiene un cupo ganado para hablar de su presencia en El Retén, Amador Martínez Castaño (1903-1964) fue un español nacido en Padornelo localidad española del municipio de Lubián, en la provincia de Zamora, Castilla y León España, la misma de don Ángel Lanceros, Padornelo pequeño pueblo, con puerto de embarque importante y un frio que toca los huesos en invierno. Y por esas cosas del destino también tomó el morral y partió a Cuba como lo hizo Lanceros, junto a su hermana de madre llamada Elvira Cataño.

Fue a parar a Guantánamo el pintoresco pueblo a orillas del mar, sudeste de la isla de Cuba capital de la provincia de Guantánamo, allí donde se encuentra la base-cárcel estadounidense desde 1903, y donde sus pobladores viven de la producción de sal, cacao, tomate, caña de azúcar y café. En una de esas tareas conocería Amalia Fernández.

Ella, tremendo personaje, estricta, con personalidad, decidida, frentera, romántica en la intimidad y una leona para defender lo suyo, Amador, estuvo decidido a medírsele a tremendo reto, hasta el punto que en Cuba le haría cuatro ‘peleaos’ Esperanza, Rogelio, Pascual, y Ludivina, ¿el secreto? Le cantaba todas las noches

Guantanamera, guajira guantanamera

Guantanamera, guajira guantanamera

Yo soy un hombre sincero

De donde crece la palma

Y antes de morir yo quiero

Echar mis versos del alma

Entre canto y verso tuvieron varios hijos, pero sin duda el más díscolo, conquistador, sagas con la lengua, vivo en su ser fue Rogelio, “El príncipe de Guantánamo”. A quien hoy hacemos homenaje ante la dolorosa partida de este mundo.

Mi primer gran recuerdo de Rogelio Martínez, trasciende en el tiempo, tenía podrían ser unos 10 años, por allá en 1976 cuando tuve permiso de mi mamá para atravesar el pueblo y llegar al nuevo mundo el centro de Retén, en donde estaban las grandes tiendas, los comisariatos, las grandes casas, mi objetivo encontrar a mi ‘Padrino’ mi compañero a quien recuerdo le decían el ‘Mico’ unos 4 años mayor que yo, lideraba el objetivo él era otro ahijado.

Encontrado el señor Rogelio, me recibió con una amplia sonrisa y si bien el otro ahijado fue el que hablo, a mí fue que más se dirigió. ¿Y mi comadre Juana, que es de la vida de tu papá? Fueron sus palabras, luego me dijo, ahijado tenga y me dio dos pesos y mañana venga por su aguinaldo.

Me fui alegre y mi compañero no tanto, a él  también le habían dado dinero, pero no el anuncio de más detalles, al día siguiente me desperté más temprano que nunca y con mi padrino entre ceja y ceja, desayuné y miraba o pedía a quien se me atravesara la hora, el tiempo se hizo eterno, hasta que por fin llegó el tiempo de volver a atravesar el pueblo-sin duda algo fascinante- en medio de sus polvorientas calles, mi padrino me cumplía y ahí a un lado de la Droguería de Jorge Serrano, me estaba esperando, “Tome ahijado, para que los use y le dé suela hasta que se acaben”, me dijo y a renglón seguido, me entregó un par de zapatos deportivos, su color blancos con un azul suave, el regalo del año, el mejor detalle recibido a esa altura de mi vida, el detallazo. Ame a mi padrino ese día y para siempre.

El tiempo paso, no hubo más detalles y ya grandecito, terminé en una época de mis inicios profesionales pernoctando en la casa de mi padrino aquí en Santa Marta, me hice amigo de la vida de sus hijos Amador, Rogelio, Marena y las mellitas, y en intimidad, le decía, “Nojoda padrino y después de los zapatos ni más” … nos reíamos de lo lindo y siempre terminaba ganándome la partida.

 “Ahijado le di parte de su inteligencia, recuerde que cada que habla conmigo usted gana”. Tenía razón Con Rogelio Martínez el hijo de Amalia y Amador, siempre había algo que aprender, era hablador de voz alta y con argumentos, sostenía la palabra con convicción, ‘era vivo’ al momento de definir una partida política y no quedar por fuera del liderazgo, fue un guerrero de las buenas costumbres y aportó mucho por décadas, a cada momento a su segunda Nación El Retén.

Mi padrino Rogelio, uno de los cuatro Guantanameros de Amalia y Amador, se casó con la seño Inesita García, todo lo contrario, a él, su polo a tierra, la pausa en el relax, una delicada y fina joven de padre español y madre tolimense que había sido educada en Madrid España, cosa que no le valió para nada a la hora de cruzarse con el dicharachero, palabrero, político y atractivo Rogelio. El amor floreció, se casaron y nacieron cinco hijos Marena, Amador Ezequiel, Rogelio y las mellitas Amalia y Martha.

Amador su padre y Amado su hijo, hoy lo reciben en el cielo, diciéndole «carajo hijo, cajaro papá que buena visita», lo adoraban, Amador hijo se reía de sus vainas de sus aciertos, y perdonaba sus embarradas, empedernido enamorado no solo de la vida… planearon en equipo y se hicieron a un pedazo de tierra, la cual no podría tener otro nombre, «Finca La Guantanamera», no cabía otro, el recuerdo de la primera tierra en tierras del segundo gran hogar El Retén.

A lo lejos se ve mi pueblo natal

No veo la santa hora de estar al

Se vienen a mi mente bellos recuerdos

Infancia alegre que yo nunca olvidar

Luces de esperma en el fondo se divisan

Titilantes igual que estrellas en el cielo

Y el ruido incesante del viejo trapiche

Sustento eterno de todos mis abuelos

Ya vamos llegando me estoy acercando

No puedo evitar que los ojos se me ajen

Ya vamos llegando me estoy acercando.

Al lado de Amador y Rogelio Junior, sus dos hijos varones tarareaba también la canción que dominaba a su primogénito y su corazón fue muy fuerte cuando él partió, si bien le quedo Marena, Roger y las mellas, el padrino no volvió a ser el mismo, y prefiero quedarse en La Guantanamera, allí hecho nuevas raíces, nuevos amores, nuevas conquistas espirituales hasta su último suspiro, porque allí pidió que sus restos queden para siempre, en su patria chica, en su patria grande.

Rogelio Martínez, ha dejado de existir, pero sin duda fue un gran cubano que echó raíces en El Retén al cual defendió como suyo y a todos nos deja un vacío y quienes lo conocimos le decimos gracias, has dejado una huella imborrable aquí y por siempre

Ve con Dios Padrino, tus zapatos como tu cariño, permanecerán por siempre en mí.

Adiós y un saludo desde el tractor del cielo.