La etapa 16 con un inicio de incertidumbre y recorte kilometraje que se redujo  a 153 kilómetros, sin dos ascensos importantes, por el clima, fue el escenario ideal para que el  colombiano Egan Bernal atacara en la subida a Giau, coronó los Dolomitas y cruzó de primero con los brazos arriba en Cortina D’Ampezzo.

Ni la  lluvia, el viento y hasta la nieve fueron el obstáculo hoy para el ciclista patrio, el frio lo convirtió en calor, la nieve en globos blancos y el viento lo puso a su favor, el Giro de Italia se ha rendido a sus pies.

Pero este lunes, cuando la etapa reina de la edición 104 hacía prever una batalla para arriba y para abajo, la organización de la competencia canceló dos premios de montaña, el Fedaia y el Pordoi, ambos a más de dos mil metros sobre el nivel del mar, este último denominado la Cima Coppi, la más alta de la prueba, al menos hasta que todo cambió.

El colombiano Egan Bernal sigue escribiendo la historia del ciclismo mundial//

Los ciclistas de ahora -algunos de los que están en el Giro- le temen al clima, y sería bueno recordarles que hace 33 años, en la etapa 14, el lote se enfrentó a lo extremo y fue tan duro que la Gazzeta dello Sport tituló a la mañana siguiente: “El día que los hombres lloraron”.

Y los Dolomitas, imponentes con cimas que se esconden detrás de nubes postradas, ya no fueron tan temidos como el día anterior, como antes, como siempre. En la subida al Passo Giau, Davide Formolo se separa, atrás, se hace la selección habitual. El EF lleva todo por órdenes de Carthy, Egan Bernal aguanta con Daniel Martínez por delante, Damiano Carusso a rueda y Simon Yates en la cola. Alexandr Vlasov muestra los dientes y no puede conectar este tren.

Había que atacar y ganar

Bernal, tan calculador y estratega, modificó la relación, le dio la orden a Martínez de incomodar a Carthy y arrancó solo, tan fuerte que nadie fue por él en unas montañas lúgubres. No hubo manera de seguir al superdotado del Giro, responder su acometida. Y entonces aumentaron los segundos, y Yates padeció, y ya fueron minutos.

En Giau, ahora la Cima Coppi, Bernal puntuó doble, y los italianos se acuerdan de su ídolo, fallecido por malaria, de la similitud con Bernal para escalar, pero con la diferencia de que al colombiano le va mejor frente al ejercicio de la agonía, pues Coppi eran tan talentoso como frágil en días de tormenta.

En la bajada, Bernal aprovecha la experticia que tomó del ciclomontañismo y sortear las curvas magistralmente, aumenta la ventaja y cruza en solitario, pero antes se quita la chaqueta, quiere pasar la meta de rosado, lo hace en medio del pavé y con esa certeza tan punzante.

Las gentes le gritan “Pantani, Pantani”, y Bernal se recarga, se emociona, y de nuevo a la mente que El Pirata y él hayan nacido en la misma fecha (13 de enero).

Puño al aire, segundo triunfo en esta edición para el colombiano y festejo del hombre que ahora tiene el fino arte de frecuentar las victorias, que no se acoquina con la lluvia, el frío o lo que traiga la carretera.

Por: Camilo Amaya El Espectador

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