Fabián Enrique Cotes Mozo, el mayor de sus hijos, toma papel y lápiz y siente la dificultad que al escribir unas palabras sobre su papá 20 años después no haya un reclamo de seguir exigiendo justicia por su asesinato. “Sin embargo, estas letras serán dedicadas a conmemorarlo como ejemplo de persona y de servidor público, pues al final, de alguna u otra manera, el hampa siempre cede ante el ímpetu que reclama la verdad”.
Sus dedos tiemblan se van a esa época oscura y envuelve en sus recuerdos lo mejor. “Mi padre, a quien de manera jocosa sus amigos le decían El ñato, no solo fue un Juez probo y ecuánime, sino el corazón más noble que he conocido. Lo inoportuno de su partida no bastó para dejar un racimo de recuerdos que rememoran a aquel apasionado de las causas provistas de amor por el prójimo y a alguien que gozaba de un sentido de la vida único, que aún me causa una profunda admiración”.
Afirma también Fabian Enrique, “sus actos solidarios lo caracterizaban y todavía los tengo presentes, por ejemplo, todos los 24 de diciembre nos llevaba a los barrios apartados a dejar un regalo de Navidad a los niños con menos recursos. Ese era él, un hombre desprendido, que además daba la lucha por el indefenso. Y es que esa empatía tiene sentido, no es un secreto que este pescaitero de pura cepa, que venía de abajo, a punta de estudio lograra ser abogado para después de varios cargos ser posesionado como Juez sin rostro”.
Su hijo comprende hoy con mayor claridad que aquel genuino soñador jamás dejó de creer que se podía construir un país mejor, una patria desapoderada de los mismos tres mafiosos de siempre. “Sobre esa idea, nos decía que solo se podría alcanzar desde la prestación de un servicio público honesto y desde la templanza que moldea al ciudadano de a pie, luego de haber estudiado. Sin duda, esa misma tenacidad y custodia por la justicia, a través de sus decisiones, desembocó en que un día como hoy, hace 20 años, varios sicarios tocaran a la puerta de mi casa y nos lo arrancaran para siempre”.
Para Fabian Enrique Cotes, esta justicia, que, dicho sea de paso, a pesar de que se implementó para juzgar a los narcotraficantes de la época, luego desprotegió a sus actores cuando se desmontó, pues, en gracia de ello, solo en 1998 fueron inmolados 15 fiscales sin rostro dentro un anonimato que no salvaguardó nunca a sus funcionarios
“Sigue doliendo su partida y no ha pasado un día en que no lo tenga presente, sobre todo porque tengo la certeza de que sus nietos lo harían inmensamente feliz. Pero nos queda el consuelo de que sus enseñanzas para mis hermanos y para mí son un catálogo de conducta de nuestro diario vivir. Además, porque dejó grandes amigos, colegas y hermanos masones que no solo nos han tendido la mano, sino que hasta el día de hoy lo evocan con regocijo. Es grato cuando me relatan sus anécdotas en las que siempre intermedia una frase amable a su memoria”.
“De mi papá se podría escribir un libro entero, relatando su vida y, en especial, de sus ocurrencias, las cuales todavía recuerdo y me hacen sonreír. Solo los que lo conocimos sabemos de su mamadera de gallo y de su alegría. Por esas virtudes me he dado cuenta de que al final de nuestros días el mejor legado que podemos perpetuar es que nos recuerden por un gesto amable, por ser humildes y buenas personas, porque el resto son añadiduras”. ¡Te recordaremos siempre, papá!

Y la justicia no llega
Son varios los nombres que a lo largo de estos 20 años se han mencionado a fin de encontrar un responsable al execrable asesinato del juez Cotes, pero nunca ha habido una sentencia definitiva, Hernán Giraldo Serna, el Clan de los Rojas con Rigoberto alías El Escorpión a la cabeza, Adriano Segundo Sánchez Comas, alias ‘Adriano’ él único procesado hasta el momento y hasta el empresario Eduardo Dávila Armenta.
Mientras sus familiares reclaman que su muerte sea declarada como un caso de Lesa Humanidad, a través de los años el periodista Agustín Iguarán le ha seguido la pista al caso y en el periódico El Heraldo reconstruyó los hechos de aquel 3 de diciembre de 2021, cuando la muerte tocó a la puerta del juez segundo penal del Circuito Especializado de Santa Marta, Javier Alfredo Cotes Laurens.
“A las 7:30 de la mañana del lunes 3 de diciembre de 2001, en la carrera 18 con calle 25A 14 del barrio Santa Elena, en Santa Marta, llegó un hombre y se asomó a una vivienda de dos pisos. Este hombre preguntó por “el señor de la casa” a una mujer que se encontraba en una mecedora en el garaje de la vivienda, cuya puerta estaba abierta de par en par.
La mujer que atendió al desconocido era la cuñada del juez Cotes Laurens. Ella, desconfiada por no conocer al hombre, le preguntó que a cuál señor se refería, a lo que el hombre contestó: “Vengo por las llaves del carro”.
“Yo, por lo general, entrego las llaves, pero como no conocía a ese hombre subí al cuarto a buscar a Javier. Él se encontraba dormido y yo lo desperté, le dije que hay un hombre que vino por el carro”, explicó la cuñada de Cotes Laurens a policías judiciales que se encontraban en labores investigativas horas después del crimen.
“Le pregunté si entregaba las llaves y él me dijo: Bueno. Después me dijo que mejor bajaba y bajé con él a la puerta del portón del garaje”, señaló la mujer que, al acompañar a su cuñado a la puerta, notó que afuera estaba una motocicleta y que en ese vehículo llegó el hombre que lo había ido a buscar por las llaves.

El sicario desenfundó una pistola e impactó en 10 oportunidades la humanidad del juez Javier Cotes Laurens
“Yo vi cuando el señor que estaba en la moto arrancó y mi cuñado Javier se quedó hablando con el hombre que le pidió las llaves del carro. Enseguida subo al segundo piso y me puse a hablar con mi hermana; como a los 3 minutos sentimos los impactos de arma de fuego”, prosiguió su relato a las autoridades.
Horas después del crimen, los investigadores pudieron establecer que fueron tres motocicletas las que actuaron en conjunto para cumplir su cometido de asesinar al juez Cotes Laurens, quien solo llevaba un mes en su cargo de juez especializado en los Juzgados de Santa Marta, luego de ejercer como Juez sin rostro en la ciudad de Bogotá.
Ese día dos sujetos que se desplazaban en una moto de referencia DT 125 se detuvieron frente a la residencia. Uno de los sicarios se bajó de la moto, desenfundó una pistola calibre 9 milímetros automática y la accionó en más de 20 oportunidades, impactando en 10 de ellas en la humanidad del juez de 44 años.
El sicario emprendió su huida en una segunda motocicleta junto a otros dos sujetos más que los esperaban cerca del lugar. Señala el informe de investigación judicial presentado a un Fiscal URI de la época, quien fue el primero en investigar el hecho.
“Enseguida bajé con mi hermana, que es la esposa de Javier. Él se encontraba tirado en el suelo con su cabeza debajo del carro, por la puerta delantera. A unos metros se encontraba el señor que vino a buscar las llaves del carro, él estaba pálido y asustado. Yo supongo que él debió haber visto todo lo que pasó, porque él estaba ahí; inclusive, después de haber pasado eso entregó las llaves del vehículo al hijo de Javier”, explicó la cuñada de la víctima a los policías que tomaron testimonio de todos los testigos presenciales del atentado.

“Nosotros no nos percatamos de hacerle preguntas al hombre porque Javier quedó vivo. Cogimos a Javier y lo montamos en el vehículo del vecino y lo llevamos al hospital y el hombre que pidió las llaves le había perdido la pista”.
Sobre el misterioso sujeto que pedía las llaves del vehículo del juez, los investigadores judiciales establecieron pocas horas después de perpetrado el hecho que se trataba de un mecánico que, al parecer, había sido contratado por el juez 3 semanas antes del crimen. Este, al parecer, debía reparar los amortiguadores del vehículo.
Mientras que los investigadores judiciales recolectaban testimonios y relatos de las personas que pudieron presenciar el crimen, el cuerpo del juez Cotes Laurens fue trasladado hasta las instalaciones de Medicina Legal Norte, seccional Santa Marta. Allí, médicos forenses evidenciaron que la víctima recibió 10 disparos, pero también encontraron algo inesperado. En medio del ataque a bala, el juez había recibido una puñalada en su costado izquierdo.
Horas después del ataque, investigadores pudieron entrevistar al desconocido mecánico que estuvo presente durante el ataque. El hombre, identificado como Jorge Luis Linero Rodríguez, declaró que durante el ataque se encontraba dentro del automóvil y que se había agachado para acomodar del tapete del carro. Versión que, al parecer, contradice otras entrevistas de los testigos y familiares que habían indicado que no escucharon el motor del carro o vieron que el automóvil de propiedad del fallecido fuera encendido.
El mismo día del homicidio, técnicos de la Sección de Información y Análisis indicaron que luego de la muerte del juez especializado Javier Alfredo cotes Laurens, labores de inteligencia establecieron que los sujetos que perpetraron el ataque, en el momento de su fuga se ocultaron en un inmueble ubicado en la calle 26 número 17A-11.
De acuerdo con el informe, el inmueble pertenece a Ana Rojas Mendoza, quien es hermana de Adán Rojas Mendoza, alias ‘el Negro’. Para la época este hombre era cabecilla de la organización ‘los Rojas’, integrada por reconocidos jefes paramilitares de la región del Magdalena.
De acuerdo con el informe de verificación de la policía, en el inmueble se percibían “movimientos extraños”.
Esa información de inteligencia cobró más fuerza en la época de los hechos, cuando, al revisar cuales fueron las actuaciones judiciales de Cotes Laurens como juez especializado que podrían ser móvil de su asesinato; los peritos encontraron una coincidencia que en ese momento daría una luz para establecer los autores intelectuales del hecho.
“Durante el mes de noviembre de 2001, justo el tiempo que estuvo el juez Cotes Laurens a cargo del Juzgado Segundo Especializado, realizó dos fallos de fondo: Una sentencia absolutoria a un procesado por el delito de tráfico de estupefacientes; la segunda fue una sentencia condenatoria el 22 de noviembre que afectó a Rigoberto Rojas Mendoza, alias ‘El Escorpión’, hermano de Adán Rojas Mendoza, alias el Negro”, señaló un informe presentado a la fiscal especializada del caso que, para la época, investigaba el crimen.
Los mismos investigadores pudieron establecer que en la ciudad de Santa Marta, durante los años 2000 y 2001, se venían desarrollando amenazas contra jueces, unidades de la Fiscalía y de la Policía Nacional en las que las autodefensas al mando de alias ‘el Negro’, Adán Rojas Mendoza, perteneciente al bloque Caribe de las autodefensas liderado por Salvatore Mancuso, tenían como plan atentar contra miembros de las instituciones del estado en Santa Marta para forzar una reacción de las autoridades en contra de Hernán Giraldo Serna, alias ‘El señor de la Sierra’, cómo se hizo en días previos al asesinato del juez Cotes Laurens, cuando se atentó contra agentes de la policía antinarcóticos en la carretera que de Santa Marta conduce a Riohacha.
“En el momento de la muerte del Juez en diciembre de 2001, estaba ocurriendo una guerra entre grupo de Hernán Giraldo Serna y las AUC de Los Castaños para fortalecer su ejército. Por orden de Rodrigo Tovar Pupo alias ‘Jorge 40’, llaman a ‘Los Rojas’ para combatirlo. Para ese entonces se creía que la muerte del juez pudo haber sido por el fallo contra ‘El Escorpión’, sin embargo, con los años por testimonios rendidos por paramilitares en Justicia y Paz se responsabilizó a Giraldo Serna de esta muerte”, señaló a EL HERALDO, una fuente cercana al caso.
“Entre las múltiples direcciones que ha tenido el proceso de investigación se ha involucrado a mucha gente, incluyendo a empresarios que tenían injerencia en la zona durante la época”, agregó la fuente sobre la investigación. Esta casa periodística pudo conocer que el proceso se encuentra en el Juzgado Décimo del Circuito de Bogotá para la Organización Internacional del Trabajo.
Interceptaciones telefónicas de miembros del CTI y testimonios de paramilitares que se acogieron a la ley de Justicia y Paz señalaron como uno de los determinadores a Adriano Segundo Sánchez Comas, alias ‘Adriano’, actualmente este es el único procesado por el homicidio del Juez Cotes Laurens, su proceso se encuentra en etapa de juicio por Ley 600”.
Las organizaciones que defienden los derechos humanos piden que el caso del Juez Javier Cotes Laurens sea declarado como Crimen de Lesa Humanidad para evitar su prescripción que se podría dar en este tiempo en donde el recuerdo no muere y se clama con insistencia justicia.
Comentarios recientes