Por: Alex Fernández Harding*

Recibimos al comandante Andrés dentro de un contexto de postulados constitucionales que se fundamenta en el marco jurídico y político del Estado Social de Derecho, el cual permite una adecuada división e independencia de poderes en salvaguarda de la democracia. En efecto, el actual marco jurídico y político colombiano es el resultado de un proyecto humanista que se construyó como instrumento de reivindicación de libertades, garantías y derechos hasta entonces limitados o restringidos, como respuesta institucional a las varias formas de violencia que asolaban al país.

Ahora bien, sabíamos que se venía gestando un hito, un nuevo momento para cambios necesarios en la construcción de una nueva Colombia, estábamos consciente que con la Constitución Política del 91 el advenimiento de nuevas figuras en la política era una realidad.

Es así, esos vientos de cambios, encontraron refugio en la conformación de la nueva carta magna impulsada por tres razones principales: 1) acabar con La violencia que azotaba al país desde 1948; 2) Contener la crisis de legitimidad de las instituciones tradicionales; 3) La imposibilidad de vías diferentes para realizar el cambio. Ni por la fuerza, ni por medio de las instituciones vigentes, era posible reformar la Constitución de 1886. Precisamente, esta tercera causa, crear las condiciones de un cambio sin apelar a la violencia representaba un anhelo nacional, ya que se entendió que para llegar al poder la vía de las armas había que desecharla.

En ese sentido, personajes abiertamente simpatizantes de las causas sociales y los movimientos de izquierda y progresista, afines a la ideología preconizada por los grupos guerrilleros, fueron ocupando espacios en el entramado institucional colombiano. Casos como el del conspicuo jurista Paisa Carlos Gaviria Díaz quien ocupó el cargo de Magistrado de la Corte Constitucional entre 1993 y 2001, de la cual fue presidente desde 1996. Igualmente, con la llegada al Congreso de políticos que hoy son sus alfiles de la guerra política: Roy Barrera y Armando Benedetti, mientras en el ejecutivo hombres como Cesar Gaviria Trujillo, Álvaro Leyva Durán, José Antonio Ocampo, Alejandro Gaviria y Guillermo Alfonso Jaramillo ocupaban cargos importantes.

Por tanto, con cada espacio institucional que tomaba el progresismo ideológico iba quedando atrás la vieja estirpe conservadora con la cual el ciudadano no se siente plenamente representado. País todavía atrapado en sus atavismos, tanto así, que hemos sido el último residuo del conservadurismo en Latinoamérica. Solo un somero análisis del panorama internacional permite alcanzar la anterior conclusión. En ese sentido, debemos inferir que es el momento idóneo para afrontar con éxito las nuevas perspectivas liberales de cambios, sin olvidar de dónde venimos, el centralismo exacerbado de la Constitución de 1886, donde la soberanía residía en la nación, para saber hacia dónde vamos, una arquitectura plasmada en el Estado Social y Democrático de Derecho, concepto tomado de la Prusia de Von Bismark, que mantiene nuestra democracia sobre sólidas bases de participación ciudadana.

Por consiguiente, usted comandante Andrés es parte de ese proceso de cambio, lento pero progresivo, que surgió con la Constitución del 1991, es consecuencia de ese marco jurídico y político que dejó atrás el anacrónico modelo constitucional anterior. Si, fue gracias al Estado Social y de Derecho que se alcanzó el indulto al M-19, por medio de la Ley 7 de 1992, cuyo ponente fue Álvaro Uribe, para aquel entonces senador de la República, que estableció que a los guerrilleros beneficiados con indultos y amnistías los cobija el principio de favorabilidad y el beneficio de la cosa juzgada. Ese indulto le permitió al comandante Andrés hacer vida política. Así como también el Estado, comandante Andrés, le permitió acudir ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos en búsqueda de justicia, conseguida en decisión del 08 de julio de 2020; el mismo Estado de Derecho que hoy es respetuoso de las garantías existentes en las investigaciones que se llevan actualmente en su contra en Colombia.

Por consiguiente, los colombianos, unidos, lo instamos a respetar las legítimas instituciones que ha encontrado. Si, le pedimos a usted respeto desde el mismo momento que tomé posesión como Presidente para con el resto de las instituciones del Estado; entienda, que ahora debe dejar atrás la confrontación y promover en su condición de jefe de gobierno los necesarios programas sociales y de promoción de la paz, como derecho fundamental y principio de vida que solo se alcanza precisamente en el respeto a las ideas contrarias.

Desde ese análisis y perspectiva, el advenimiento de los cuatro años de gobierno, anhelamos la consecución del crecimiento económico, la paz, la promoción de nuevos liderazgos, pero sobre todo crear de Colombia una potencia, en el cual regiones, departamentos, que estén frente a la orilla del mar alcancen un valor trascendental por su capacidad comercial para la exportación; en cuanto a esto, no olvide que el Departamento del Magdalena, no solo es mar, también es río, montaña y tierra fértil para trabajar. Un espacio que necesita de un ferrocarril para conectarla con el resto del País. Si, Magdalena, la cuna de Gabo, y de Bateman Cayón su padre político e ideológico, necesita superar a Macondo y abandonar sus 100 años de soledad.

Así mismo, está prohibido olvidar la necesidad de ser una potencia en educación, que es la verdadera revolución, una potencia en dignidad humana, una potencia que asegure el acceso a la alimentación, una potencia con agua potable, una potencia agrícola, una potencia en energías alternativas y no contaminantes, una potencia en cultura, una potencia donde cada uno pueda vivir en condiciones dignas, y desde luego una potencia en la que participemos todos, la inclusión como premisa de vida. Una potencia en la cual cada colombiano participe en la construcción de la nación, en la toma de decisiones importantes para el buen devenir del país.

Ese debe ser el verdadero cambio, esa debe ser la verdadera revolución, la revolución de la educación, del avance y del progreso tecnológico. Así, se crearán las condiciones ideales que permitirán recobrar el amor por la patria, ese amor que se verá reflejado en el orgullo que sentirá cada colombiano cuando deba mostrar su pasaporte.     

*Alex Fernández Harding, es un destacado abogado samario, presidente del Colegio de Abogados Penalistas, experto en varias ramas del Derecho y presidente del bufete de abogados Fernández Harding// Todo lo expresado es responsabilidad individual del columnista.